Este año, en el grupo de poesía, estamos viviendo un período de transición. Se han incorporado al grupo más personas y eso requiere nuevo trabajo y adaptación. Por eso, aunque este año no tendremos el habitual Recital de Poesía, Música y Danza con el que celebramos la Semana de la Poesía, hemos querido acercarnos a vosotros para compartir unos pocos versos escritos por nosotros mismos y por otros grandes escritores. Como decía Antonio Machado, queremos compartir con vosotros «unas pocas palabras verdaderas». En el grupo de poesía, leemos poemas, escribimos nuestros versos, y dejamos escritas en un papel nuestras emociones y reflexiones para, a veces, compartirlas con alguien cercano, y otras veces como quien lanza al mar un mensaje en una botella. Pero, esta semana hemos querido acercarnos a vosotros y vivir la importancia de la poseía, de su mensaje: el de la palabra, la emoción y la belleza.

El poema que vamos a escuchar hoy lo escribió el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Este poeta sevillano es uno de los más populares y queridos por la gente pues sus poemas hablan de emociones que todos podemos llegar a sentir en alguna ocasión. Sus palabras van directas al corazón y, aunque murió muy joven (34 años), en sus poemas apreciamos una profundidad emocional muy grande, y lo que es más importante, la capacidad de convertir esas emociones en unas pocas palabras hermosas. Escribió muchos poemas de amor y de desamor. Este es uno de ellos: 

 

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!

 

El siguiente poema, lo ha escrito alguien como tú o como yo y que forma parte del grupo de poesía.

 

EL SER DIFERENTE 
Odio a esa gente,
esa gente que critica al diferente,
ya sea por raza o color,
personalidad o elección. 
Porque no saben que no es diferente,
que lo diferente no existe,
pues si nadie es igual…
¿Qué tiene él, de especial?
Lo único que hace es ser él mismo
y eso no es signo de idiotismo,
está claro que no lo valoráis, 
y como no os queda otra, lo criticáis. 
En las sombras siempre atacan,
moral y físicamente agreden.
Pero cuando la luz les enfoca,
los golpes se convierten en caricias, 
caricias acompañadas de un: 
«Luego ya verás lo que te toca». 
No espero que cambien,
ya que mi opinión les da igual,
solamente les pido,
que a los valientes nos dejen en paz.
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